El primer asalto de la superfinal de la Copa Libertadores terminó en «tablas» (2-2), con los fanáticos de ambos equipos reivindicando sendas victorias simbólicas en la Bombonera. A pesar de las fuerzas de la naturaleza, en forma de diluvio casi bíblico, que impidieron la realización del partido en la data originalmente programada (10 de noviembre de 2018), un día después se celebró el juego de ida y, al menos organizativamente, todo corrió como era esperado. En el campo la situación fue diferente, pues los locales esperaban asegurar un triunfo que les diera una ventaja estratégica y motivacional, antes de trasladarse hasta El Monumental, el sábado, 24 de noviembre de 2018, para disputar la revancha.
En ese primer encuentro, del lado del Boca Juniors, Ramón «Whanchope» Ábila, Dario Benedetto y Agustín Rossi fueron los protagonistas. Los dos primeros marcaron los tantos xeinezes, mientras que el camiseta número uno, intervino con sapiencia en varias ocasiones ante la insistencia rival. En el bando millonario, Lucas Pratto y Carlos Izquierdos hicieron lo propio, al firmar los goles que devolvieron la vida al River Plate, a los 35’ y 61’, respectivamente. Junto a ellos, el cancerbero Franco Armani también contribuyó a mantener inmaculado el arco visitante en la segunda mitad.
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Las casas de apuestas parecen no tener dudas sobre qué equipo entrará como favorito a El Monumental el último sábado de noviembre. River Plate es el candidato unánime en el mundo del azar digital para llevarse la victoria, lo que significaría la cuarta Copa Libertadores de su historia, tras las alcanzadas en 1986, 1996 y 2015. El encuentro representará el 249 oficial entre Gallinas y Bosteros, cuya rivalidad se remonta a 1913. Pase lo que pase, Argentina obtendrá su vigésimo sexto título en el torneo, y el octavo desde el año 2000, que fueron distribuidos, precisamente, entre Boca (2000, 2001, 2003 y 2007) Estudiantes de la Plata (2009), San Lorenzo (2014) y River (2015).
Por último, existen dos datos curiosos a tener en cuenta para esta final antes de efectuar cualquier apuesta. El primero es que desde 2011, cuando el Santos de Brasil levantó el trofeo por tercera vez en su historia, ningún equipo que haya empatado el juego de ida como local ha podido proclamarse campeón. Ese año frente al Peixe le ocurrió a Peñarol, y en 2012 lo mismo aconteció con el Azul y Oro. En los tres torneos siguientes (2014, 2015 y 2016) la «maldición» también afectó a Nacional (Paraguay), Tigres (México) e Independiente del Valle (Ecuador).
El segundo elemento anecdótico a tomar en consideración, y que envuelve directamente a los protagonistas de la gran final, es que en los últimos 9 superclásicos no se registró ningún triunfo como local. ¿Podrán los de Marcelo Gallardo quebrar el «maleficio»?